martes, 11 de febrero de 2014

El psicólogo Lucas Malaisi denunciado por sospecha de secuestrar a sus sobrinas

Lucas Malaisi, psicólogo sanjuanino, especializado en educación emocional y reconocido por dar numerosas capacitaciones, jornadas y seminarios referidas al tema, fue denunciado por sospecha de secuestrar a sus dos sobrinas, Guillermina y Valentina Catalano, el 21 de diciembre de 2013, en el estadio Aldo Cantoni, de la provincia de San Juan.

La denuncia fue realizada por Pablo Catalano, padre de Guillermina y Valentina, el 21 de diciembre, en la comisaría 4 de Desamparados, denuncia identificada como actuación sumarial Nº 784/2013. En la misma se da cuenta de la negativa de la madre de las nenas, Celina Malaisi, de permitir que el padre visitara a una de ellas en la casa de su abuelo materno donde, en ese momento, ambas se encontraban.

No contento con ello, ese mismo día, Celina y sus hermanos, Pablo Malaisi, dueño de una empresa de alquiler de autos, y Lucas Malaisi, el psicólogo mencionado, llegaron al estadio Aldo Cantoni en el que Guillermina Catalano jugaba un campeonato de hockey sobre patines. Pese a haber acordado que ese fin de semana las nenas estarían con su papá, su madre  se lo impidió, hecho que ya se había repetido en al menos dos oportunidades. Pero ocurrió de una manera particular: Lucas Malaisi se llevó a Guillermina de prepo del estadio, sin pedirle permiso al padre, en una moto, mientras Pablo Malaisi se llevó el bolso. Desde entonces, el padre de las nenas se ve impedido de poder pasar algún fin de semana con sus hijas, puesto que tanto la madre como los hermanos se lo impiden por distintas vías. También forma parte de esta maniobra irregular, Marcelo Malaisi, otro de los hermanos de Celina, quien es abogado y posee un estudio jurídico en la provincia de San Juan.

Celina Malaisi fue denunciada por su ex esposo Pablo Catalano en anteriores oportunidades por no cumplir con los acuerdos establecidos ante la Justicia, razón por la que existen denuncias en el Juzgado de Familia Nº 8 de Godoy Cruz, en la provincia de Mendoza, donde hasta la primera quincena de diciembre de 2013 Celina Malaisi vivía con sus hijas. De hecho, Celina Malaisi estaba afincada en la provincia de Mendoza desde hacía el menos 20 años.

domingo, 2 de febrero de 2014

La Justicia de Familia de Mendoza sigue sin resolver casos donde se atenta contra los derechos del niño

La Justicia de Familia de Mendoza sigue sin reaccionar, pese a las violaciones de derechos que perjudican, especialmente a los niños, que deben ser el objeto principal de su tutela. La Justicia de Familia de Mendoza se toma sus tiempos, se toma vacaciones y los conflictos de familia que deben atender siguen irresueltos, con el perjuicio que esto significa para los menores especialmente. Es lo que sucede, desde el mes de diciembre, con el Juzgado Departamental de Familia Nº 8 (de Godoy Cruz, Mendoza), y lo que también ocurre con el Juzgado de Turno Nº 5 de Familia de la Ciudad de Mendoza. En este último juzgado, Pablo Catalano, DNI 22.905.157, presentó en enero pasado una medida autosatisfactiva contra María Celina Malaisi, DNI 21.609.974, en el marco de los denominados “procesos urgentes”, es decir, aquellos en los cuales la respuesta de la Justicia debe ser inmediata, para que el juez interviniente en el caso restituya a su centro de vida a sus hijas, Guillermina y Valentina Catalano, debido a que su madre, Celina Malaisi, de manera unilateral, decidió mudarse con ellas a la provincia de San Juan, donde nació. Esa medida fue acogida rápidamente por la jueza Elsa Elida Galera quien solicitó una audiencia con urgencia, de acuerdo a lo que exige el artículo 264 del Código Civil.

Guillermina y Valentina Catalano son hijas de Pablo Catalano y Celina Malaisi, quienes se casaron en 1998. Desde el nacimiento de ambas niñas, menores, vivieron en la casa que sus progenitores ya ocupaban, en Godoy Cruz. Ese ha sido el domicilio en el que las pequeñas vivieron siempre, razón por la que ambas asisten a escuelas de la Ciudad de Mendoza y de Godoy Cruz. A esto se suma que desde siempre fueron socias del club Andes Talleres, donde Guillermina practica un deporte. Es decir, Godoy Cruz, en la provincia de Mendoza, fue el lugar en el que las chicas siempre vivieron.

Hace tres años, Pablo Catalano y Celina Malaisi se separaron, hasta convenir el divorcio vincular de mutuo acuerdo. Desde entonces, Malaisi amenazó de manera reiterada que se llevaría a las niñas a vivir a San Juan con ella.

El 16 de diciembre de 2013 Pablo Catalano recibió en el domicilio en el que actualmente vive, también en Godoy Cruz, una carta documento de Celina Malaisi en la que informó la decisión de trasladarse a San Juan con sus hijas y mantener ese domicilio. El argumento fue un supuesto desalojo de la vivienda, cosa que se choca con la realidad, puesto que Pablo Catalano pagaba prácticamente el 80% del costo del alquiler, además de otras obligaciones relacionadas con los alimentos, la vestimenta, la salud, la educación y demás actividades de ambas hijas, entre otros conceptos. Esos comprobantes están en poder de la Justicia que, a la fecha, no ha tomado decisión alguna sobre el tema.

El 21 de diciembre, Guillermina Catalano, que se encontraba en San Juan participando de un campeonato de hockey sobre patines en representación del club Andes Talleres, fue prácticamente secuestrada por los familiares de la madre, Celina Malaisi, frente a su padre, Pablo Catalano. Esto motivó una nueva denuncia contra Malaisi y sus familiares, radicada tanto en la provincia de San Juan como en la de Mendoza.
El 30 de diciembre de 2013, Pablo Catalano fue a San Juan a visitar a sus hijas con la intención de poder pasar la fiesta de fin de año con ellas y sus abuelos paternos. En esta oportunidad, Catalano fue al domicilio donde se encuentran sus hijas con una escribana debido a lo que ya estaba sucediendo a esa altura de los acontecimientos, y dejar constancia de que las chicas retornarían a San Juan a fin de que se continuara violando los derechos del padre y de las hijas.

Pero eso no fue posible: a la negativa de Malaisi y sus hermanos, los que procedieron al secuestro de Guillermina y Valentina el 21 de diciembre de 2014, se sumó la negativa de la abogada Ana María Morales (matrícula 2584), asesora de Malaisi en la provincia de Mendoza, y curiosamente, a cargo de la Comisión de Familia del Colegio de Abogados y Procuradores de Mendoza, 1º Circunscripción Judicial, tal como se ve en este enlace, oficial, http://www.tribunet.com.ar/colecomi.htm. El reglamento de departamentos, comisiones y direcciones del Colegio de Abogados de Mendoza establece en el artículo 2 que no los profesionales no pueden ejercer funciones como responsables de departamentos, comisiones pues cometen falta de ética, tal como lo dispone la Suprema Corte de Justicia, Ley Nº 4976. Por esa y otras razones, Catalano radicó una denuncia adicional contra la letrada, que también debe seguir su proceso.


A la negativa de la abogada para que las chicas vean a su padre, se sumó la recomendación de uno de los hermanos de Malaisi, Marcelo Malaisi, abogado, de que el padre vea a sus hijas sólo 5 minutos y  en el domicilio asentado por la madre. Marcelo Malaisi posee un estudio jurídico en San Juan con su colega Federico de La Torre. Sobre él y su otro hermano, Lucas Malaisi, psicólogo, especialista en educación emocional, pesa una denuncia penal por la sustracción de las menores el 21 de diciembre pasado.
Es decir, desde entonces, se han violado abiertamente los derechos del padre, Pablo Catalano, y de sus hijas, Guillermina y Valentina Catalano, pese a que el comportamiento del primero ha sido desde siempre lícito y ajustado a derecho. Hasta ahora no existe sentencia sobre régimen de visitas y tampoco decisión sobre la tenencia de las menores. La mencionada no fue la primera vez que el padre es impedido de tener contacto con sus hijas, razón por la que también se han hecho las presentaciones pertinentes.


Lo ocurrido en este caso es, lisa y llanamente, un secuestro. Las menores fueron llevadas y retenida de forma indebida. Esto, en la jerga judicial, se llama secuestro parental, o abducción parental, o abducción familiar, “una clase particular de secuestro donde un menor de edad es separado abruptamente y sin consentimiento de su sitio habitual de vida por uno de los padres, alejándolo en forma permanente o transitoria del otro progenitor sin ánimo de restituirlo a la situación primitiva. La abducción parental viola los derechos fundamentales del niño, privándole del contacto con el otro progenitor y con sus familias, como también la guarda y custodia a la que tiene derecho. El niño víctima de este acto puede ver resentido su equilibrio emocional de forma permanente y puede provocar secuelas irreversibles. También configura una forma de abuso y de maltrato infantil y en la mayoría de los países se lo tipifica como sustracción de menores.

Como la Justicia de Mendoza en su amplitud nos está acostumbrando, lamentablemente, no hay decisión del órgano judicial de grado intervenido en esta oportunidad. La feria judicial hizo que todos se tomaran vacaciones, legítimas, por supuesto. Pero los abogados de turno tampoco prestaron atención al caso.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación ordena sobreponer el interés del niño a cualquier otra consideración, y exige separar su interés al de otros sujetos individuales o colectivos, incluso el de sus propios padres. Es obligación del eStado adoptar esa pauta de interpretación desde la perspectiva libre de prejuicios que ordena utilizar el art. 3.1 de la Convención sobre los Derechos del Niño.
La decisión de trasladar a las niñas a San Juan fue decidida unilateralmente por la madre, violando los derechos y deberes que la patria potestad acuerda al progenitor. La tenencia de las niñas no está discernida judicialmente, y el padre, Pablo Catalano, se opone a darle la tenencia a la madre, aspecto que también tramita en la Justicia, por las violaciones a los acuerdos legales preexistentes a esa solicitud. Malaisi actúa contra el derecho y la buena fe procesal, incumple las leyes y viola el derecho de sus hijas y del padre de ellas.

Pablo Catalano le exige a la jueza de familia departamental Nº 8 de Godoy Cruz, Marisa Daniela Peralta, que tome posición sobre la medida precautoria presentada el 9 de diciembre de 2013, para que la madre no hiciera real su amenaza de llevárselas a San Juan. Desde ese entonces, casi dos meses ya, la jueza no toma ninguna decisión al respecto. También le exige al Juzgado de Familia Nº5 de Capital que resuelva la medida autosatisfactiva ya que el juez de turno, Carlos Emilio Neirotti, juez de Familia del 1º Tribunal de Familia de la 1º Circunscipción de Mendoza, que lo recibió a él y a su abogada el 17 de enero pasado, no sólo le hizo comentarios en los que quedaba clara una postura tradicional y conservadora a favor de la madre, sin interiorizarse en el caso. Ese mismo juez dejó plantado a Catalano y su abogada sin darles mayor atención al caso.

viernes, 17 de enero de 2014

Guillermina y Valentina Catalano, privadas de su libertad por su madre y sus tíos

Guillermina y Valentina Catalano son  mis sobrinas, hijas de Celina Malaisi y Pablo Catalano. Ambas son mendocinas. Pablo y Celina se casaron en el año 2001, en Mendoza, de donde es Pablo y donde había fijado residencia Celina desde hacía varios años antes. Ellos se separaron hace casi tres años y firmaron la sentencia de divorcio en 2013. Hace un mes, cuando Guillermina participaba de un campeonato de hockey sobre patines  en San Juan, donde nació su mamá, ella y su hermana fueron sometidas a una especie de virtual secuestro por parte de su madre y sus tíos, Pablo, Marcelo y Lucas Malaisi.
El fin de semana del 21 de diciembre, Guillermina y Valentina debían estar con su papá, tal como se había establecido en el acuerdo judicial firmado por Celina y Pablo, donde se fijó que las nenas debían estar un fin de semana con cada uno de sus padres. Ya había ocurrido en un par de oportunidades que su mamá no respetara ese acuerdo firmado ante la ley, lo que motivó que su ex marido la denunciara en las instancias pertinentes. También había sucedido previamente que la mamá solicitara la tenencia de las nenas, cosa que su padre le negó porque considera que se trata de una responsabilidad compartida, siempre que ambos sean responsables y respeten los acuerdos establecidos por y ante la ley, el derecho.
El fin de semana mencionado, el del 21 de diciembre de 2013, al término del campeonato de hóckey sobre patines Pablo debía volver con sus hijas a Mendoza, hecho que no se concretó porque, en medio de la jornada deportiva, aparecieron sus tíos Marcelo Malaisi, abogado, integrante de un estudio jurídico ubicado en la Avenida España Norte, de San Juan, y Lucas Malaisi, psicólogo, conocido en el ambiente cuyano por predicar la educación emocional y hacer gala de los cuidados que deben proporcionarse a los menores, especialmente desde los afectos. Los tíos, junto a la madre, decidieron sacar a Valentina del campeonato -impidiendo su participación hasta el final y recibir la medalla que había ganado por ello junto a su equipo- y se la llevaron a la casa de su abuelo paterno.
Celina Malaisi había amenazado en varias oportunidades que se volvería a San Juan, hecho que no se correspondía con el deseo de sus hijas, que siempre manifestaron su deseo de estar en Mendoza. Guillermina y Valentina no solo nacieron en Mendoza sino que van a la escuela, practican deportes y tienen a toda la familia de parte de su padre en esa provincia, es decir, allí vive su familia paterna y están sus vínculos afectivos, amigos, compañeros de escuela y del club.
La amenaza se convirtió en realidad cuando, previo al fin de semana mencionado, y atento a que Guillermina participaría de un campeonato de hockey en San Juan, la madre viajó a esa provincia junto a su hija menor, Valentina. El sábado 21 de diciembre Celina, Marcelo y Lucas Malaisi la arrancaron del campeonato para llevársela a la casa de su abuelo paterno y no volver más a Mendoza. Celina había desmantelado el departamento en el que vivía con sus hijas, en Godoy Cruz, argumentando que había sido desalojada a través de la presentación de un documento de dudosa legalidad. Máxime cuando el 70% del alquiler era pagado por Pablo Catalano.
Desde entonces, Pablo Catalano no sólo no ha podido traer a sus hijas a Mendoza con él, ni durante ningún día de semana y mucho menos durante los fines de semana. No pudo compartir con su familia de Mendoza la Navidad, que ya estaba previamente acordada, sino tampoco el Año Nuevo porque, el 30 de diciembre, cuando volvió a San Juan a buscarlas, la madre, bajo el supuesto aval de la abogada que la representa, Ana María Morales, y la palabra de sus hermanos, abogado uno y psicólogo el otro, no deja que su padre las retire bajo la garantía de restituirlas a la casa de su abuelo en un día previamente pactado.
Esta situación motivó una serie de denuncias en distintos ámbitos de parte de Pablo Catalano hacia Celina Malaisi, sus hermanos y su abogada. La Justicia de Mendoza, en tanto, no toma ninguna resolución al respecto. Como están de feria, los asuntos de familia no tienen prioridad, como tampoco lo tiene para la Justicia que estas nenas, mis sobrinas, estén siendo privadas de su libertad desde el momento en que no puede ver, visitar, estar, compartir con su padre, como corresponde. En el lugar que el padre desee y sin la vigilancia de Celina Malaisi o alguno de sus hermanos, Pablo, Marcelo o Lucas Malaisi.
Guillermina y Valentina Catalano están virtualmente secuestradas de su papá. ¿Ningún juez en Mendoza puede tomar el asunto en sus manos y velar por la salud de estas chicas que han sido arrancadas de su ámbito por un capricho maternal?